Alguna vez,
querida mía...
te pregunté,
por un rayo que víste en la avenida...
Hoy ví uno igual,
aunque es mejor...
y presiento que el tiempo nos mira...
Y al esperar,
cuando ya no estás...
nena veo que,
me cae el mundo a mí...
y no sé si al entender,
encierro tu alma...
con mi dulce atención,
eterna...
Había una vez,
un gran jardín...
un día claro,
y escuchábamos,
historias que contaban los niños...
Acércate,
sin acercarte...
como un puente que salte la distancia...
Y al esperar,
cuando ya no estás...
nena veo que ( veo que )
me cae el mundo a mí...
y no sé si al entender...
me libro del cielo,
y de la esperanza sinfín...
Solo un momento,
en esta incertidumbre,
y tu flor que me enceguece,
como la nieve...
Un río sin tregua,
que se lleva hacia el mar...
el lucero de aquellos seres perdidos...
que han de seguir,
como la vida...
han de seguir...
Desanda el día...
para encontrarnos...
pregúntate,
por las luces que víste en la avenida...
Y no sé si al entender,
encierro tu alma,
con mi dulce atención eterna...
Preparate...
que el anochecer,
se hace aliado de todas,
nuestras heridas...
Descálzate ya,
con tu soledad...
y que las horas no atrapen,
tus alegrías,
que han de seguir,
como la vida...
han de seguir...
E inventa un Dios ...
para saber ( oh )
inventa algo...
que contemple toda la necesidad...
Y al esperar,
cuando ya no estás...
nena veo que,
me cae el mundo a mí...
y es que además,
te agarraste el sol...
y no sé si al entender,
me libro del cielo,
y de aquella canción sin fin