En tu vientre mordiscos de hacha
y en tus heridas una tormenta
una mortaja de sol
reseca de sangre, agota la vida.
Y sus brazos más viejos muertos
están juntos sobre el pecho
pero un brote póstumo
penetra en el barro, copula en el barro.
El cuerpo viejo es abono nuevo
y aquel crep?sculo alba roja
y en cién noches mágicas
está repuesto el abuelo
y amanece en retoños
el farallón del bosque.
Los gajos tiernos se hamacan en el cielo
y una flor nueva está brotando ahora.
Y las botas crujen en la leña
ya el silbido retumba en la madera
ya el demonio está cruzando el río
ya lo vió y está midiendo el golpe
al primer hachazo no tembló siquiera,
al segundo menos, al tercero un poco.